Si hubo un momento que lo transformó todo, fue ese en el que decidí que mi negocio no podía seguir igual. No bastaba con dejar atrás algunos clientes. No bastaba con mirar los números desde otra perspectiva. 

Había que repensarlo todo. Desde cero.

No fue una decisión impulsiva. Fue una necesidad. Un día supe que no quería seguir haciendo las cosas como siempre. 

Y entonces, di un paso que lo cambió todo: entré en el mundo online. Pero no para repetir lo de siempre en formato digital. Entré para pensar distinto.

Lo que cambió cuando decidí volver a empezar

Todo comenzó con algo muy sencillo: escribir un nuevo plan de empresa. No uno para presentar a nadie. Uno para mí.

Puse sobre la mesa preguntas que nunca antes me había hecho con tanta honestidad:

• ¿Qué quiero hacer de verdad?
• ¿Con quién quiero trabajar?
• ¿Cuánto necesito ganar para vivir tranquila?
• ¿Cómo quiero vivir?
• ¿Qué ya no estoy dispuesta a tolerar?

Desde ahí, desde esa lista sincera, empecé a construir algo nuevo. Un tipo de negocio que me sostuviera —no solo económicamente, también emocionalmente—. 

Un espacio donde pudiera crear con libertad, sin perder la rigurosidad. Donde pudiera ser yo, sin pedir permiso.

De ese modelo nuevo nació también un libro. Pero el libro no era solo un producto: fue el símbolo de algo más profundo. 

Fue la forma de contar mi historia desde otro lugar. Un lugar donde ya no había miedo. Donde todo lo que no encajaba quedaba al margen. Y por fin, la claridad era posible.

No fue un salto. Fue una evolución.

Una cadena de decisiones valientes, algunas difíciles, otras equivocadas. Pero todas mías. Y esa claridad que apareció entonces… todavía me acompaña.

Se ha convertido en brújula. En método. En estrategia.

Por eso existe el Método CLARO. Porque hay muchas asesorías que están esperando, sin saberlo, el permiso para hacer lo mismo: repensarlo todo y elegir distinto.