La claridad no siempre llega con un plan. A veces llega como un susurro incómodo.
Como una pregunta que te ronda cuando apagas el ordenador. Como ese gesto inconsciente que haces cuando ves un correo de cierto cliente.
En el método CLARO, todo empieza aquí: Con la C de Claridad.
Porque no se puede transformar lo que no se ve. Ni cambiar lo que aún no se ha nombrado.
Por eso, vamos a detenernos, a mirar y vamos a nombrar.
¿Cómo se estructura esta entrada del diario?
La claridad no se impone: se construye. Por eso esta entrada se reparte en tres días, tres enfoques, tres formas de mirar lo mismo desde ángulos distintos:
No es un ejercicio de diagnóstico técnico. Es una primera cita contigo. Con esa parte que lleva tiempo sabiendo que algo no encaja del todo.
No siempre se ve a simple vista. A veces se siente en el cuerpo: una tensión que no se va, un cansancio que aparece ya por la mañana, o ese nudo sordo cada vez que piensas en cierto cliente, tarea o sistema.
Pero tu negocio habla. Y cuando algo no funciona, lo dice. En lo que te pesa, en lo que te cuesta, en lo que se repite sin avanzar.
Lo dice cuando un servicio te agota, cuando un cliente te drena, cuando un proceso ya no te sirve, pero sigues dentro porque “ya está montado así”.
Montar no es lo mismo que sostener. Y sostener no es lo mismo que vivir.
Hoy te invito a mirar de frente. Sin juicio. Solo con honestidad.
¿Qué parte de tu asesoría está pidiendo a gritos un cambio?
¿Sientes alivio o presión?
¿Ilusión o agotamiento?
¿Tensión o dirección?
La forma en la que te sientes cuando piensas en tu negocio es una señal. Y no una cualquiera: una de las más importantes.
Más que los ingresos, que los indicadores y más que cualquier Excel que puedas abrir.
Porque si tu asesoría te genera malestar constante, entonces no estás frente a una empresa. Estás frente a una trampa emocional.
Hoy no necesitas medir nada. Solo parar y sentir.
¿Qué emoción predomina cuando te conectas con tu negocio hoy?
¿Y qué te gustaría sentir en su lugar?
Muchos negocios funcionan, pero no avanzan. Se sostienen. Se repiten. Se justifican. Pero no evolucionan.
Y casi nunca es por falta de capacidad. Es por falta de dirección.
¿Tienes claro hacia dónde quieres llevar tu asesoría?
¿O solo estás intentando que no se caiga lo que ya tienes?
Soñar no es ingenuo. Es el primer acto estratégico. Sin dirección, no hay estructura. Y sin estructura, no hay libertad.
Hoy te propongo algo muy simple: Escribe, en una sola frase, el tipo de asesoría que sueñas tener.
¿Te atreves?
Y recuerda que no se trata solo de facturar, ni de organizarse mejor, ni de seguir avanzando sin parar.
Se trata de saber hacia dónde vas, y desde dónde lo estás sosteniendo.
Y para eso, primero hay que mirar: sin juicio, sin prisa y con claridad.
Creadora del Método CLARO, un programa de transformación para asesorías pequeñas que quieren salir del bucle y volver a disfrutar de su trabajo. Tras rediseñar su propia asesoría desde dentro, ahora acompaña a otros despachos a encontrar un modelo más sostenible, humano y rentable. Cree profundamente que otra forma de ejercer es posible… y desde este diario lo demuestra, artículo a artículo.